lunes, 24 de octubre de 2011

Lágrimas de lluvia

Sus lágrimas podrían contar cada segundo que había sufrido mirando por aquella ventana muerta, pensó mientras acariciaba su espalda viéndola llorar también a ella.

Solía mirar por la ventana cuando ella no estaba. O la estaba esperando. Tantos minutos y horas… Fumaba sentado en la silla sabiendo que ella odiaría ese olor en su boca. Pero necesitaba matar al tiempo, a sus ansias y preguntas que se borrarían al sonar el telefonillo. O reconocer a las horas que no vendría.

Y adoró aquellos minutos fugaces del reloj cuando estaban cerca. Siempre corrían rápido y a veces eran desaprovechados y ambos fingían que eran otros ellos, por obligación y él sentía quererla más en cada momento y cada sonrisa.

Conviviendo en dos mundos. En los que su risa era preferencia y paz. Paseaban sin pasear imaginando la perfección que llegaría y cada día todo iba a ser mejor, pero era siempre lo mismo.

Viendo el final en cada parte y sueño, no importó para nada tanto cariño. No le importaba eso al resto o al puto destino, pensaba él en cada momento que se marchaba o desaparecía.

El calendario marcó sentencia un día que ya no recuerda. El tiempo con ella no se podía medir por el calendario. Por eso, no podía recordar aquel diciembre o marzo, ni si fue dieciocho o doce.


Recordaría cada momento después cuando la batalla ya estuviera perdida. Consumiendo costo, mirando los tejados y los pájaros que anidaban en ellos. Como volaba el humo, perdiéndose en las gotas escupidas por un cielo gris y triste.