Decía que no le importaba morir
por él/ellos.
Pero no era sentimiento
compartido. Su amado se limitaba a bajarse los pantalones y comprar el nuevo
sabor de condones para la cena. Y ella soñando con las palabras que no decía,
lo abrazaba y se la comía solo por ver una sonrisa y ser la dueña de cada una
de ellas.
Aunque sus amigas insinuaran que se estaba equivocando…
Esperaba abrazada a sus rosas a que llegara mintiéndola como
siempre y que nunca dejara de hacerlo. Ella no entendía de mentiras ni engaños.
Eran tan reales esos ojos que la condenaban, que se sentía estúpida cuando
encontraba su cama vacía al despertar y descubrir que su almohada ya no era su pecho, que nadie respiraba sobre
su pelo.
No quiso comprender que la engañaba.
Que él perdía la cabeza por alguien mucho peor, más rubia y estúpida. No quería leer ese mensaje que
le decía que esa noche no podría ir a su casa, no quería ver sus fotos en
internet, solo esperaba volver a abrazarlo, sin querer saber que siempre sería
el segundo plato.
Durmiendo en su lecho de rosas y amor muerto, vendió sus
lunas y soles por otra noche soñando.
1 comentario:
Decía por LDA que... le bastaba con esos pequeños momentos de felicidad para hacer un ramo de recuerdos a los que aferrarse, aquel día que decidió cerrar los ojos y vivir su propio sueño, ajena al resto del mundo, ajena a la realidad.
Nunca me atrevería a afirmar que no es más feliz que otros, aunque estos otros no quisiéramos vivir con el cadáver de un sueño.
Me encanta encontrarte por aquí.
Un besazo Gemes.
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